Consejos para controlar las pataletas

Mamá con un niño pequeño enojado y llorando en sus brazos

A pesar de lo frustrantes que resultan las pataletas, son algo muy típico a esta edad. Tu pequeño aún está aprendiendo a manejar sus emociones. Hay varias teorías sobre la mejor manera de responder a las rabietas o crisis nerviosas. Algo que nuestros expertos saben es que usar golosinas, sobornos o ceder, no son estrategias efectivas para responder a las rabietas.

Aprende técnicas sencillas para responder a las rabietas de forma útil y eficaz.

Es natural sentirse abrumado o desanimado cuando tu niño pequeño tiene sentimientos fuertes. En ese momento es útil recordar algunas cosas importantes:

  • Las rabietas son una parte normal del desarrollo. No es inusual sentir que una rabieta es un ataque personal a tus habilidades de crianza o que algo anda mal con tu hijo. Sin embargo, es útil tener en cuenta que todos los niños pequeños tienen muchos sentimientos y que a veces pueden tener dificultades para manejarlos.
  • Las rabietas son una forma de comunicación. Cuando los niños no saben cómo expresar o manejar sus sentimientos, nos lo demuestran a través de su comportamiento. Aprender a comunicarse, expresarse y manejar sus sentimientos de manera efectiva es algo que los niños necesitan aprender y practicar con nuestra ayuda.
  • La curiosidad es algo bueno. Los sentimientos de tu hijo son reales y tienen una razón de ser(la cual no siempre es lo que parece). Trata de tener  curiosidad por  la causa de la rabieta o el colapso. Está tu hijo:
    • ¿Evitando algo que no quiere hacer?
    • ¿Tratando de conseguir algo que quiere?
    • ¿Sobreestimulado y necesita un descanso?
    • ¿Intentando comunicar una necesidad no cumplida (por ejemplo, hambre, descanso, atención, etc.)?

 

Considerar por qué ocurre el comportamiento puede ayudarte a tener más compasión en el momento.

Ser coherente es fundamental. Las rabietas pueden ser agotadoras tanto para ti como para tu hijo y puede ser tentador ceder a sus demandas. Desafortunadamente, ceder no los ayudará a largo plazo. Los niños necesitan nuestra ayuda para comprender los límites. Si tus expectativas y la forma en que respondes sigue cambiando, y tu hijo no sabe qué esperar, es posible que continúe poniendo a prueba los límites.

 

Algunas de las formas más naturales de responder a la rabieta de un niño pequeño pueden terminar haciendo más daño que bien.

  • Soborno. Si bien puede ser tentador ofrecerle un soborno a tu hijo para que se calme, esto puede ser contraproducente; pues le enseña a tu hijo que puede obtener una recompensa por portarse mal. Si bien no todos los sobornos están relacionados con la comida, usar golosinas u otros alimentos para ayudar a calmar a tu hijo puede construir una base para “comerse sus sentimientos”.
  • Azotes, gritos o golpes. La investigación muestra que estos métodos de disciplina no son efectivos a largo plazo y pueden conducir a comportamientos más agresivos. Estas respuestas tampoco le enseñan a tu hijo cómo puede manejar sus emociones de manera saludable.
  • Tratando de razonar. Cuando tu hijo se está derritiendo no puede pensar de manera razonable. Tratar de explicar por qué algo no es gran cosa para tu hijo no le hará entender y sólo puede empeorar la situación.
  • Ceder. Como se mencionó anteriormente, las rabietas pueden ser frustrantes y es natural querer ceder a las demandas de tu hijo. Ten en cuenta que ceder solo le enseña a tu hijo que puede salirse con la suya actuando mal. Ceder refuerza el comportamiento, lo que hace que tu hijo sea más propenso a volver a hacerlo. En lugar de ceder, trata de mantener la calma, ser paciente y mantenerte firme.

  • Haz una pausa, respira y piensa antes de reaccionar. Los niños miran a los adultos para ver cómo deben responder. Si tu hijo ve que te enojas o pierdes la calma, probablemente hará lo mismo. A menos que la seguridad sea un problema, es mejor tomarse un momento para reiniciar y recuperarse antes de reaccionar. El tomarte un momento te permite responder con la razón en lugar de la emoción y también le muestra a tu hijo cómo manejar sus propias emociones de manera saludable.
  • Valida los sentimientos de tu hijo. Es posible que sientas la tentación de reaccionar de una manera que ignore los sentimientos de tu hijo (por ejemplo, diciendo: "todo irá bien", "no hay nada de qué enfadarse", "no es gran cosa", etc.). Incluso si crees que tu hijo está actuando como un tonto o que lo que sea que le moleste no es gran cosa, sus sentimientos son reales para él. Hacerle saber a tu hijo que comprendes lo que está sintiendo (y que es normal sentirse así) puede ayudarlo a sentirse visto, aceptado y cuidado. Al decir "Entiendo que estés realmente frustrado en este momento; es normal sentirse así”, le estás haciendo saber que sus sentimientos son reales y que está bien sentirlos. Esto también le muestra a tu hijo que puede confiarte sus sentimientos, lo que hace que sea más probable que los comparta contigo en el futuro.
  • Ser directo y claro sobre las expectativas. Hazle saber a tu hijo que sus sentimientos están bien y son normales, pero que existen límites sobre cómo comportarse. En lugar de decir "no", "no" o "para", se claro, específico y coherente con  tus expectativas y límites. Por ejemplo, dile: "Entiendo que te sientas frustrado, y está bien sentirse así, pero nunca está bien pegarle a tu hermano".
  • Ofrécele opciones a tu hijo. Ofrécele a tu hijo dos opciones aceptables sobre cómo puede manejar sus emociones de manera segura y saludable. Por ejemplo, “Puedes abrazar a tu osito de peluche o colorear. ¿Cuál te gustaría probar para sentirte mejor?".
  • Se paciente y halágalo. Una vez que haya terminado la rabieta, refuerza el comportamiento positivo de tu hijo elogiándolo por calmarse. Por ejemplo, "Me gusta mucho cómo coloreaste en tu cuaderno para ayudarte a sentirte mejor". Cuando los niños reciben atención por su comportamiento positivo, es más probable que lo vuelvan a hacer. Una buena regla general es tratar de prestar más atención a los comportamientos positivos que a los indeseables.

Aunque no puedes evitar que ocurran todas las rabietas, hay algunas formas en las que puedes hacer que tu niño y tú estén en una posición en la que las rabietas sean menos probables.

  • Mantén rutinas sencillas. Seguir rutinas simples, como irse a la cama y despertarse a la misma hora todos los días, ayuda a los niños a saber qué esperar y sentirse seguros. Comienza con una rutina que tenga más sentido para tu hijo. Por ejemplo, si sabes que tu hijo tiende a sufrir crisis nerviosas cuando no descansa lo suficiente, evita programar cualquier actividad durante la siesta normal o demasiado tarde en la noche. Cuando la vida se interpone o las cosas no salen según lo planeado (lo que sucede), respira hondo y vuelve a encarrilarte cuando puedas.
  • Da sensación de control. A veces los niños tienen crisis nerviosas o rabietas cuando se sienten impotentes o sin control. Brinda oportunidades regulares para que tu hijo tome sus propias pequeñas decisiones. Por ejemplo, puedes dejar que decida qué ponerse, elegir entre dos opciones de bocadillos o elegir qué juego jugar juntos. Darles a los niños pequeños la oportunidad de tomar decisiones los ayudará a sentirse más independientes y un poco más en control de su vida cotidiana.
  • Enséñale palabras de sentimiento. Cuando los niños no son capaces de identificar y expresar cómo se sienten, nos lo muestran con su comportamiento. Al comenzar a enseñarle a tu hijo diferentes palabras de sentimientos a una edad temprana, le estás brindando herramientas para expresarse de manera más efectiva a medida que crecen. A medida que los niños aprenden a comunicarse, es menos probable que tengan rabietas y crisis nerviosas.
  • Practica habilidades de afrontamiento saludables. Además de aprender a identificar y expresar sus sentimientos, los niños también necesitan ayuda para aprender a manejar sus emociones de manera saludable. Ya sea escuchando música, respirando profundamente, coloreando, saliendo a caminar o jugando un juego, presenta y practica diferentes habilidades de afrontamiento cuando todos estén tranquilos (es difícil aprender algo nuevo cuando estamos molestos o demasiado distraídos). Muchas de estas estrategias se pueden usar en cualquier lugar y en cualquier momento y tu niño puede seguir usando estas habilidades a medida que crece.

El mejorar la forma en que reaccionas a las rabietas de tu hijo puede requerir algo de práctica y no lo harás bien siempre. Se amable contigo mismo y no tengas miedo de admitir que has cometido un error.

Si reaccionas de una manera que no te enorgullece, dile a tu hijo que lo sientes y que intentarás hacerlo mejor la próxima vez. Es beneficioso para los niños reconocer que los adultos también cometen errores y aprender cómo se recuperan tras de un percance.